martes, 14 de diciembre de 2010

estamos todos locos






La dicotomía entre salud mental y locura es una convención artificial que oscurece la unidad fundamental de la mente humana. (John Modrow)


Después de 10 años de trabajo, ha salido el borrador del DSM V, que es la biblia de las enfermedades mentales.

Casi todos los artículos que he leído sobre este tema, han sido críticos, por decirlo de forma suave.

Teniendo en cuenta que será la referencia obligada de psiquiatras y psicólogos para establecer diagnósticos, o incluso sentencias, parece que se acerca una pandemia de locura.

Se añaden categorías, clasificaciones, enfermedades y además disminuye el umbral, la intensidad o la frecuencia necesaria para cumplir el diagnóstico.

Se han categorizado como enfermedades mentales cosas como:

-Desórdenes de pensamiento en la adolescencia: ¿pero qué adolescente tiene ordenada la cabeza?

-Adicción a Internet: esto me suena, me gustaría conocer con qué frecuencia de uso te empiezan a considerar adicta.

-Trastorno de atracón: ¡pero si celebramos todo con comida!

-Desorden explosivo intermitente: antes lo llamaban  "una persona con carácter".

-Trastorno de ritmo cognitivo: se refieren a la pereza que da hacer lo que no te apetece nada.


Sin embargo no he visto ninguna categoría en la que meter al capullo pelota que hay en la oficina y que con tal de quedar bien con el jefe, es capaz de masacrar a media oficina. Debe ser que está perfectamente adaptado al medio.

Y me pega, por que en realidad no lo he leído, que no hablan nada de que las personas sufren, al fin y al cabo el sufrimiento es lo más importante de la enfermedad mental, mucho más que a uno le de por coleccionar zapatos, por muy inadaptativo que sea.


En fin, el caso es clasificarnos, yo mejor, no cuento lo de mi malestar existencial intermitente.

De verdad, si hay más locos que cuerdos, es que algo no funciona.






martes, 7 de diciembre de 2010

fronteras

 Figurine dans une boîte entre deux maisons (Alberto Giacometti)



Hay veces que me imagino que  pueden leer mi mente y me siento invadida.
Otras veces me gusta que me entiendan sin hablar.

Hay gente que me da ganas de cuidarla y no se deja.

Y en momentos de mucha intimidad, siento que no puedo traspasar las fronteras del cuerpo y lo lamento, porque quiero ir más allá.