El mejor rato de la mañana es la hora del café, siempre lo tomo en el mismo bar, a la misma hora y no me hace falta ni pedirlo, con una miradita basta.
Cuando me da tiempo y ojeo el periódico, me paro en la página del horóscopo y lo leo poniendo cara de incrédula.
A veces pienso de dónde sacan esos textos y me imagino a un becario fastidiado por tener que desaprovechar su talento en escribir esas cosas.
Y si estoy con alguien, me pide que lea el suyo y escucha atentamente aunque con la misma cara de incrédulo.
Estoy convencida de que hasta
Javier Armentia ha leído alguna vez el horóscopo, aunque no sea más que para despotricar con conocimiento de causa.
Y es que, es muy tentador conocer el futuro.
Me acuerdo cuando hace unos años, compartiendo casa (y más cosas) con unas amigas, nos echábamos las cartas del tarot antes de salir por ahí. A la vez que nos pintábamos el ojo, María sacaba las cartas y las iba interpretando.
Que te lea las cartas una amiga, tiene la ventaja de que se puede barajar de nuevo, hasta que salga lo que te apetece oír. Y ahí estábamos los sábados, jugando con el futuro a nuestro antojo. El futuro era bastante inmediato y se reducía a lo que podría pasar esa noche. No íbamos más allá.
Una vez que no teníamos dinero para salir, pusimos un cartel anunciando que se leían las cartas del tarot. Una chica ávida de noticias de su porvenir, se presentó en casa con cara de asustada y como ya no daba tiempo de arrepentirse, María desplegó su lado misterioso y le leyó las cartas. Pudimos salir por ahí, pero nos dimos cuenta de que jugar con el futuro ajeno, tenía bastante de perverso y quitamos el cartel. Desde entonces el servicio pasó a ser gratuito y para conocidos. Y si yo fuera Earl, esto estaría en mi lista.
Todo esto viene porque he recibido un correo avisándome de que ayer empezó el año del conejo en el horóscopo chino, vaya animalito que me ha tocado. Y no soy supersticiosa ni creo en estas cosas, pero me alegré de que fuera mi año y seguro que mañana volveré a leer el horóscopo del día.
Pero además, los horóscopos, ambiciosos ellos, no sólo pueden predecir el futuro, sino que describen personalidad y carácter: que sepáis que yo soy muy sensible y se me conquista por el estómago.