miércoles, 16 de octubre de 2013

thor


Tiene cara triste pero me alegra los días, no tanto las noches, que no para de llorar cuando se siente solo.






miércoles, 2 de octubre de 2013

amor y muerte





Me levanto cuando todavía está oscuro y con esa negrura en la calle la gasolinera iluminada parece acogedora, pero encontrar el hospital en obras, muy siniestro.

Me encuentro a mi madre en bata por el pasillo, buscando dónde ducharse, los demás parecen saberlo todo, integrados en el ritmo del hospital, en ese ir y venir que recuerda a un hormiguero por dentro.

Camino del quirófano, el camillero intenta orientarme, pero a mi todo me parece un laberinto.

En la sala de espera tengo ganas de llorar. No estoy triste, es como una tristeza residual que refluye.

Me siento a esperar y consigo retomar el libro olvidado. Naoko y Watanabe se escriben cartas entre el murmullo de todos los que esperamos. Un amor imposible, los amores imposibles, parecen más.

La puerta automática, la frontera donde ya no se puede pasar, se abre y cierra mil veces. Casi nadie se pone las calzas para entrar. Los médicos marcan su estatus, con su andar, con su mirar, ellos sabrán cómo.

Naoko ha muerto. Se ha suicidado. Ha elegido el lado de la muerte. Y el médico me informa de que todo ha salido bien.

Tenemos una compañera de habitación que también está más cerca de otra vida que de ésta. Ha sido guapa, seguro,  pero ahora impresiona su perfil, con la nariz aguileña, la boca permanentemente abierta y su cuerpo  inmóvil, aunque no tendría porqué. Reconforta ver a sus hijos cuidándola, le acarician el pelo, le llaman Carmencita, le dan de comer a la boca y le hablan sin saber si oye o si entiende. No le interesa la vida y todavía queda algo de su belleza.


Me acerco a ver a los gemelos que han nacido, la niña estaba en la incubadora, y a él lo encuentro tan pequeño, tan poca cosa, veo tanta vida por delante en tan poco cuerpo. 

Me quiero deshacer del pesimismo que últimamente me acompaña. Pesimismo de este mundo, de todas las noticias morbosas, de la guerra de Siria, de tanta guerra, del amor desmedido por el dinero, de lo insaciable del deseo de poder, de la ineficacia de las instituciones, de la impotencia.


Y a la vez presiento que es inútil intentar deshacerse, porque todo es amor y muerte que se entremezclan. El amor tiene muchas formas. Y la muerte también.

La vida entera es eso.